Cuenta la gente que hace muchos años esta zona era muy verde, pues había acequias o canales que usaban los agricultores para regar las parcelas, y cuando el agua se filtraba, la tierra se humedecía permitiendo que la vegetación fuera más abundante. El problema se presentó cuando los usuarios del agua de riego llenaron de concreto los antiguos canales con la idea de que no se perdiera demasiada agua por filtración y llegara un mayor volumen a los sembradíos. Así, poco a poco fue desapareciendo la vegetación y hoy persiste un área más seca.

Ahí están los Anteojitos, nombrados así por ser dos nacimientos de agua unidos por un canal, que vistos desde arriba adquieren la forma de unos anteojos o lentes. Actualmente ya no se aprecia esta caprichosa forma, porque el manantial por mucho tiempo se secó casi al grado de desaparecer y por un largo periodo se mantuvo en el abandono. Hace algunos años se dieron intentos de recuperarlo para darle un nuevo impulso como atractivo turístico, pero no han sido suficientes los esfuerzos y actualmente sigue sin ser muy visitado.

En una visita realizada en abril del 2013, me encontré un lugar cerrado al público, pero fue fácil entrar y tomar algunas fotos, encontrando un lugar un buen estado de conservación, muy limpio e ideal para todo tipo de actividades. Sin embargo, no hay quien brinde al visitante las comodidades necesarias.